Desde diferentes ámbitos, incluyendo a la medicina sexual, nos hemos preguntado acerca de las consecuencias de la pornografía en la sexualidad de las personas y de las parejas. ¿El consumo de pornografía incentiva las agresiones sexuales? ¿Afecta a la intimidad y al compromiso en las relaciones de pareja? ¿Produce disfunciones sexuales?
Todas esas inquietudes fueron planteadas en un artículo muy interesante publicado en el 2017 en el Journal of Sexual Medicine, cuyo título es Mirando pornografía: mantenga la calma y continúe. En el cual se examinan varios estudios que nos arrojan luz al respecto.
Pornografía y agresión sexual
Los primeros estudios al respecto, realizados en las décadas del 70 y 80, establecían una relación positiva. A mayor consumo de pornografía, más posibilidad de conductas de agresión sexual. Sin embargo, los estudios más actuales no apoyan esa evidencia. Ya que se ha demostrado que en las sociedades en las que se han liberado las restricciones para el uso de material pornográfico, las ofensas sexuales no aumentaron. Entonces, más que la pornografía en sí, existen condiciones predisponentes desde el punto de vista psicológico que son el verdadero motivo: modelos familiares con violencia de género, estereotipos de género machistas, trastornos de personalidad y de conducta.
Pornografía, intimidad y satisfacción sexual
Un informe realizado por Lambert en el año 2010, que recopila cinco estudios científicos sobre el tema, da pruebas de que el consumo compulsivo de pornografía afecta negativamente a la relación de pareja: menor compromiso con el vínculo, mayor coqueteo con personas externas y conductas de infidelidad. Sin embargo, cuando se trata de un uso controlado o incluso compartido con la pareja, encontramos varios efectos positivos como son mayores variantes eróticas, disminución de la presión sobre la pareja y aumento de la intimidad.
Pornografía y disfunciones sexuales
Los estudios han demostrado que no existe una relación directa entre el consumo de pornografía y las disfunciones sexuales como pérdida o disminución del deseo, disfunción eréctil o anorgasmia. Aunque en algunos casos el material pornográfico podría generar expectativas poco realistas de desempeño sexual en hombres y en mujeres, lo que en todo caso se resuelve con un buen trabajo de educación y formación sexual.
Como conclusión, pensamos que el tema está viciado por distorsiones ideológicas y moralistas, y nosotros como científicos debemos ser coherentes con las evidencias de los estudios. Es importante que se desarrolle un criterio equilibrado para manejar este tema, de hecho en las terapias sexuales el material pornográfico tiene aplicaciones interesantes para el enriquecimiento erótico en la pareja, el aumento de la motivación sexual y un rendimiento acorde a las expectativas de nuestros pacientes.